jueves, 11 de marzo de 2010

Capitulo 16




**colaboración especial de Juan Manuel Guilera como Héctor**

Pilar está hospitalizada. Se ha roto la rodilla y la han operado. Nicolás se hace voluntario para cuidarla. En las tardes siempre recibe visitas pero en la noche y en las mañanas está sola. Como él es el único que no trabaja pues se queda con ella. Lo hace por cariño hacia su tía y principalmente porque quiere quedar bien con Aitor.
-Ojalá me quiera pagar el favor a mi gusto –dice para sí.
Sabía que iba a ser duro pero lo quiso hacer. A Nicolás le espera una sorpresa. De repente aparece un auxiliar de apenas 20 años y muy guapo.
--¿y este monumento de donde ha salido? –dice Nicolás para sí.
Nicolás abre los ojos como platos.
--¡¡Es guapísimo, es guapísimo¡
Trae la bandeja del desayuno a la pacienta de al lado. A Pilar no y eso le duele mucho a Nicolas.
--¡Estoy enamorado, que machazo que he conocido¡ --dice para sí-- ¡Me encanta¡
A Nicolás le gusta mucho ese chico ¡¡Ha sido amor a primera vista¡¡ Cabello castaño oscuro, cortito. En realidad rapado. Lleva barba pero sólo en el mentón. Es una barba curiosa. Está sin afeitar de varios días pero en el mentón tiene una barba que recuerdo a los rabinos. Le da un toque muy seductor. Al cabo de un rato, el chico vuelve y se dirige tanto a Pilar como a Nicolás para emoción de éste último.
--¿usted se tiene que bañar? –pregunta el chico.
Pilar no contesta. No puede moverse de la cama y no le hace ninguna gracia. Nicolás enseguida dice:
--¡¡sí, sí¡
Le emociona la idea que ese chico tan guapo bañe a su tía.
--¡menuda suerte, que envidia¡ --piensa.
En esos momentos desearía estar en el lugar de su tía. El chico se llama Héctor Martínez y es un estudiante de enfermería en prácticas. Llega con la auxiliar para hacer las camas y lavar a las dos pacientes. Comienzan por Pilar que está en el lado de la puerta. Nicolás ha tenido que salir pero como no han cerrado la puerta observa al joven como trabaja. Sin que le digan nada, Héctor agarra una palangana, pone agua y jabón.
--Es que antes no me he acordado de decirte pero yo ya me he bañado –miente Pilar.
El chico pone mala cara. A Nicolás le molesta la mentira de su tía.
--¡pobrecito, se ve que es muy trabajador, que tiene ganas de aprender¡¡ --piensa,
Nicolás lo ve trabajar durante un buen rato y le gusta mucho.
-Ya puedes pasar –le dice Héctor.
Héctor es guapo, trabajador y también tímido. Nicolás está cautivado.

Nicolás pasa toda la noche al lado de Pilar. No duerme pero no le importa. No piensa moverse hasta que llegue Aitor pero es que además ¡Quiere ver a Héctor¡ El chico es nuevo y está algo avergonzado pero cada vez va tomando más confianza. Nicolás lo ve más seguro. Se dirige directamente a ellos. En concreto se dirige a Nicolás. El chico está solo y aunque le gustan sus primos está deseando encontrar el amor. Ese chico le encanta.
--ojalá él fuera mi principe –dice Nicolás para sí.
--¿Quieres que lo hagamos como ayer? –Héctor.
Nicolás está muy emocionado y no sabe bien a qué se refiere. Pilar sí, Héctor quiere saber si debe bañarla y Pilar de nuevo miente:
--Ya me he bañado.
-¿Ah sí? –dice Héctor que por la hora y el aspecto no lo cree.
A Nicolás le da pena tener que rechazar los servicios de Héctor.
-Es que a ella le va mejor por la noche. ¿me podrías dar alguna toalla y esponja para más tarde? Así se bañara mejor –Nicolás.
--como quieran –dice Héctor.
El chico, muy eficiente, vuelve enseguida con el material que entrega a Nicolás. Nicolás está encantado con este “acercamiento” hacia Héctor. Es el propio Héctor el que lleva las bandejas a las dos pacientes. También pasa a recogerlas. Mira a Pilar y dice:
--ahora sólo falta que le hagan la cama ¿no?
A Héctor le pone muy nervioso la penetrante mirada de Nicolás y eso hace que se le olvide la bandeja de la otra paciente. Nicolás nunca pensó que le sería tan gratificante estar en el hospital cuidando de su tía. Héctor vuelve en esta ocasión ayudando a la enfermera a hacer unas curas.
-Es que en la escuela les parece poco importante enseñar a pinchar a una yaya –dice la enfermera.
Héctor mira con atención. Héctor sonríe y Nicolás se derrite.
--¡¡que guapo¡ --piensa.
A cada minuto que pasa, Nicolás está más y más enamorado de Héctor. Nicolás está al lado de la cama de Pilar pero justo detrás de Héctor. Lo mira fijamente. Héctor se aparta para estornudar. Él único que lo mira es Nicolás.
--gracias –dice Héctor.
Entre los nervios por la mirada de Nicolás y por rutina piensa que Nicolás le ha dicho salud.

La mañana va pasando rápido para Nicolás que no quiere perder de vista a Héctor. Éste viene bastante por la habitación. Ahora le trae una pastilla a la paciente de al lado. Mira a Nicolás que tiene la mirada clavada en él. Nicolás piensa que no le costaría nada saludarlo.
--a lo mejor por eso me ha mirado. A lo mejor él no se atreve a saludarme. No pasa nada porque lo haga yo.
A Nicolás le gustaría pero no se atreve. Es el primer día que Pilar puede sentarse. La ayuda la auxiliar y Pilar le habla de Héctor.
--está en prácticas ¿no?
--si, ya se le ve en la cara. Es muy jovencito.
--A mi personalmente no me hace ninguna gracia que me tenga que bañar él, prefiero que me bañes tu.
--Estos chicos son muy inocentes.
Nicolás escucha con atención cualquier detalle que pueda enterarse del chico de sus sueños. Como está pendiente de Héctor, escucha una conversación entre la enfermera jefe y la fisioterapeuta porque Pilar ha sido levantada. Héctor está con ellas y enseguida dice que ha sido la auxiliar.

Nicolás se va cuando llega Aitor que lo abraza y besa y Nicolás se da cuenta que ya no siente lo mismo por él. Ahora sólo piensa en Héctor. No sabe qué futuro tendrá con él ni si tendrá pero se conformaría con no dejar de verlo. A Pilar aún no le dan el alta así que aún le quedan unos momentos para gozar de Héctor. Le encanta este nuevo chico que ha entrado en su vida de una manera inesperada.

Héctor llega a su casa. En su cuarto lo espera un joven. Sin camisa, tumbado en la cama.
--¿qué tal ha ido en el hospital?
--Estoy muerto –dice Héctor mientras se saca la camisa.
El otro le acaricia el pecho, le va desabrochando la cremallera:
--Yo sé como relajarte.
Los dos se miran con complicidad. Están el uno haciendo sexo oral al otro cuando una mujer llama a la puerta.
--abrid hijos. Necesito hablar con vosotros.
Los jóvenes se alteran mucho.

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